Hola, ¿cómo estás?
¡Espero que te hayas nutrido de este fin de semana largo!
Yo siento que ha sido una dosis de energía y de auto cuidado increíble. Y lo mejor es que ha sido sin hacer nada extraordinario, simplemente estando presente, entregándome al aquí y ahora de cada momento y valorando a los míos. Siento que donde antes me agobiaba y necesitaba aire ahora en vez de cargarme me nutre. Nutrirme de mis hijos, de su juego, de su amor, compartiendo juntos, escuchándoles, empatizando con su mundo y acompañándoles en sus cinco mil emociones diarias está siendo algo muy reparador para todos.
Es un cambio de click, de mentalidad que en vez de aislarte en tu mundo, en tus to do’s, en tus preocupaciones, en tu trabajo, en tu ego,… Te une, te empodera y te hace más grande. A ti y a ellos. Es un win win.
Es como si al haber más mamá hay menos ansiedad, menos competitividad, menos peleas, menos celos… Porque te diré un secreto, los celos entre hermanos no existen. Pero de esto te hablare en otro momento con calma y dedicación plena.
Desde mi experiencia te puedo decir que ha sucedido algo mágico. Sentir que estás dando lo mejor de ti, y que ellos notan esa mirada, esa presencia, esas ganas de estar con ellos, ese interés por lo que les pasa y por lo que necesitan… Es de lo más gratificante que he sentido nunca.
Lo que das te lo das y lo que no das te lo quitas
Si amiga, así es. La abundancia crea abundancia y la escasez llama a la escasez.
El secreto está en salir de tu mundo adulto, dejarlo todo a un lado y verlo todo desde su mirada de niño, empatizar y reconectar con tu yo niña para formar parte de su universo por un tiempo. Ojalá un tiempo largo. Te aseguro que cuando puedes reconocer sus necesidades, sobretodo sus necesidades emocionales, y eres capaz de nutrirlas, es lo mejor que puedes darles. A ellos y a ti. Pero para poder reconocer sus necesidades emocionales debes poder reconocer las tuyas primero. Nutrirlas y colmarlas.
Te invito a hacer un ejercicio y aprovecho para comprometerme yo también. Se trata de estar presentes con nuestros hijos un mínimo de 30 minutos al día, sin móvil, sin pantallas, sin tareas, ni cenas, ni lavadoras, nada de nada. Presencia absoluta, que te sientan y te noten al 100%. ¡30 minutos diarios dedicados a lo que más queremos en el mundo! Parece fácil, ¿no? Pues vamos a ponerlo en práctica. Hazlo y me cuentas cómo te sientes y cómo notas a tus hijos pasados unos días. Te aseguro que habrá cambios (para todos).
Espero que te resuene.
Te abrazo mucho,
Carlota