¡Hola!
¿Cómo estás?

Llevo días queriendo escribir sin encontrar el momento idóneo, y siempre encuentro alguna excusa (supuestamente justificada con dos niños, un perro y sin dormir más de 3 horas seguidas) que me frena.

Y es que ser madre no es fácil, nadie te enseña como gestionar tu nueva vida, tu nueva “yo”, con tus altos y bajos y tus mil contradicciones. Y la culpa, la famosa culpa de la madre.

Os hablo desde mi vivencia, que ha cambiado mucho al ser madre de dos. Sabía que sería intenso, pero no me imaginaba que sería así. Supongo que nunca es como te imaginas, ¿verdad?

Sentir culpa por no poder dedicarte igual que hacías a tu hijo mayor (que de mayor no tiene nada, pero ahora es el mayor y consciente o inconscientemente le atribuimos este rol cuando en realidad sigue siendo pequeño y nos necesita igual o más que antes); culpa por no poder partirte en dos cuando ambos te reclaman;  culpa por no poder dedicar tiempo a tus proyectos profesionales; culpa por desear quedarte sola unas horas; culpa por no sentir la felicidad plena que supuestamente debes sentir al ser madre de nuevo; culpa por tener que incorporarte al trabajo; culpa por querer hacerlo; culpa por no llegar a todo… culpa y más culpa.

La culpa en la maternidad es un sentimiento generalizado. Las gran mayoría de mujeres tenemos la autoexigencia y el perfeccionismo a la orden del día, atributos que se multiplican cuando somos madres.

Pero la culpa no deja de ser una forma de victimismo que nos impide avanzar y tomar la responsabilidad de nuestras decisiones. Todos elegimos la vida que tenemos. Ni más ni menos. Elegimos tener o no tener hijos, elegimos trabajar más o menos horas, elegimos a nuestra pareja, a nuestros amigos, elegimos como queremos vivir.

Debemos cambiar culpa por responsabilidad. No es lo mismo ser responsable que sentirse culpable. La culpa nos paraliza mientras que la responsabilidad es proactiva y nos lleva a poner foco en aquello que no nos gusta para cambiarlo.

A todo esto, quiero compartir algunas herramientas que deberíamos aplicarnos todas las madres para liberarnos de la culpa y darnos el valor que merecemos.

Para despedirme, te dejo con unas savias palabras del maestro dramaturgo George Bernard Shaw, que me conectan mucho con el tema.

«La libertad conlleva responsabilidad. Por eso a la mayoría de las personas les aterroriza.»

Un fuerte abrazo,

Carlota Oliver

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