¡Hola! ¿qué tal estás?
Hoy te quiero hablar de mis grandes maestros, los que me muestran todo lo que soy, con mi luz y mi sombra, los que me hacen pasar del amor más eterno a la rabia y al desborde en una sola tarde, los que me hacen de espejo con todo aquello que está en mi y no veo (o no quiero ver), los que me hacen ser mi mejor versión, llegando a todo cuando siento que no puedo más. Ellos son mi motivación, para levantarme cada día y seguir caminando en esta aventura de vida que hemos elegido.
Y con todo esto te digo que no es un camino de rosas como a veces nos venden, que es muy fácil perderte a ti misma en el camino de la maternidad, perderte como pareja, perderte como amiga, perderte como mujer. Que muchas veces es agotador, que te sientes sola, incomprendida, que te cuesta reconocerte y lo ves todo negro.
Y por aquí te digo que lo más importante de este camino es aprender de él y con él, la maternidad nos transforma a niveles extraordinarios y te diré que para mi lo esencial es no hacerlo todo sola. Delegar, compartir, buscar ayuda, soporte, comprensión, mimos, momentos, abrazos, complicidad. Si queremos poder disfrutar del camino de manera consciente y presente es la única fórmula. No estás sola.
Necesitamos nutrirnos para poder nutrir. Nutrir todas aquellas carencias que llevamos en nuestra mochila, esas carencias que hemos ido sobreviviendo a lo largo de nuestra vida como buenamente hemos podido, seguramente con capas, juicios, defensas, miedos y bloqueos.
Solo cuando logremos comprender y abrazar todas esas heridas que venimos arrastrando podremos nutrir a nuestros hijos como necesitan. Como madres y mujeres presentes, saciadas, nutridas y serenas.
A continuación te dejo estas preguntas para ayudarte a tomar consciencia e indagar un poco en ti.
– ¿Cómo te hablas?
– ¿Cómo te cuidas?
– ¿Te culpas?
– ¿Qué rituales haces en tu día a día? Identifica los rituales que te centran y los que te descentran. Por ejemplo: Criticar a los demás te descentra, cocinar algo bueno para la familia te centra, hacer ejercicio cada mañana te centra, etc.
– ¿Te enfadas? ¿Qué haces con ese enfado? Observa de donde viene realmente el enfado, te darás cuenta que tiene más relación contigo que con el otro.
– ¿En qué situaciones te sientes frustrada? Observa que expectativas tenías para llegar a la frustración.
– ¿Te alteras? Observa en qué situaciones sucede a lo largo del día e intenta ver que ocurre dentro de ti, que hay de ti que no estas aceptando y abrazando.
Espero que te resuene.
Te acompaño a disfrutar de este viaje como madre y como mujer con mi Método Renace. Priorízate, nútrete, nútrelos. No estás sola.
Te espero al otro lado.
Un abrazo,
Carlota
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