Espero que disfrutando del verano y de todo lo bueno que nos trae.
Hoy vengo con los hijos y su gran poder de transformación.
Muchas veces nos perdemos en nuestros hijos. En querer educarles así o en querer que sean de esta forma y no de esta otra. Pero la única manera de transmitirles y calarles de verdad es siendo tú aquello que quieres que sean. Si quieres que sean amorosos sé tu amoroso contigo. Si quieres que tengan autoestima, pregúntate cómo va tu autoestima.
Los hijos son auténticas esponjas. ¿Y a quién absorben? A mamá y a papá.
Cuando digo que son los mejores maestros me refiero a su función de espejo con nosotros mismos. Nos hacen ver todo aquello que no queremos ver, todo aquello que tenemos en la sombra, aparcado, por miedo, por ignorancia, por inconsciencia, por supervivencia. La mayoría de las veces aparcamos nuestro dolor para poder sobrevivir y así vamos navegando por la vida sin conocernos, sin ser conscientes de lo que queremos realmente, de lo que nos hace vibrar, de lo que aúlla nuestra esencia. Tenemos miedo a cambiar, miedo a sufrir, miedo a estar solos con nosotros mismos.
Educar es acompañarlos en su camino de vida para que esa semilla que llevan dentro florezca en toda su magnitud. Realmente enseñar no les tenemos que enseñar mucho, una semilla no necesita ser enseñada ni educada. Una semilla necesita ser regada y cuidada con mucho amor y cuidado para que pueda ir creciendo y florecer cuando esté lista, a su tempo.
La mayoría de los padres tenemos un mindset que nos genera mucha frustración, queremos que nuestro hijo sea así, se comporte asá y no haga esto o aquello. Ya sea consciente o inconscientemente queremos que sean como nosotros queremos según nuestro sistema de creencias, que sepan gestionar sus emociones y sean personas seguras y con autoestima. Pero, y tú, ¿cómo gestionas tus emociones? ¿Eres capaz de aceptarlas, expresarlas y prestarles la atención que requieren? ¿Cómo va tu autoestima? ¿Te respetas, te escuchas y te priorizas?
Lo que vemos en nuestros hijos es un reflejo de lo que somos nosotros, aunque no queramos verlo y nos cueste reconocerlo. Ellos traen a la luz toda la oscuridad que necesita ser vista para poder ser sanada.
Ellos son un reflejo de lo que han mamado en casa. Depende de nosotros que vean y vivan unas cosas u otras, pero no se trata de pretender que todo va bien, ellos maman nuestra luz y nuestra sombra, lo que mostramos y lo que no, lo que nos genera malestar y evitamos ver. Palpan nuestras heridas, nuestros traumas y nuestras emociones. Por lo tanto, lo único que nos queda es trabajarnos, mirar hacia adentro y dejar que nuestra semilla florezca como merece.
Obsérvate un momento y fíjate qué ocurre esos días que estás en calma, que te sientes bien contigo misma, que estás conectada contigo… Para mi son días donde puedo bailar con ellos, fluir a su son sin necesidad de cambiar nada.
El único secreto para poder danzar con la vida es estar conectado. El resto viene solo.
Te acompaño.
Te mando un fuerte abrazo,
Carlota
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